Es inmensamente conocida la historia de la forma que utilizan los entrenadores de los elefantes en los circos para retenerlos en un lugar. Un pensamiento que hizo famoso Jorge Bucay hace algunos años.
Para quienes no la recuerden o no la conozcan, la historia es simple. Si uno se toma unos minutos durante una función circense u otro evento similar que involucre a un elefante, para ver donde lo guardan; la mayor parte de las veces hallarás al elefante atado con una gruesa cadena, curiosamente unida a una pequeña estaca de madera en el piso; de hecho, una estaca apenas clavada en el suelo. El tremendo animal que podría tranquilamente liberarse con un pequeño tirón, no hace el más mínimo intento de hacerlo, por el contrario se mantiene quieto dentro de un pequeño perímetro. Esto se debe a que el ahora enorme animal, ortora estuvo atado a una estaca similar, cuando era muy pequeñito, con una gruesa cadena también. Claro que en ese tiempo por mas que tirará de la cadena, definitivamente no podía zafarse, así que tras varios intentos frustrados por días enteros, este finalmente acepta su impotencia para liberarse, se somete y no intenta de nuevo hacerlo, por más que sus capacidades o su naturaleza pudiera empujarle a encontrar su fuerza para ganar libertad.
Esta historia es similar en los caballos, cuando los arreos sin un verdadero nudo se medio atan a un soportal para detener al caballo y mantenerlo quieto en su sitio. Al igual que el elefante, el caballo también podría zafarse con facilidad.
Damos vueltas atados a algo que no nos puede retener, años tratando de “cerrar “ viejas heridas, manteniendo viejos ecos, disfrutando a medias, … porque es lo correcto, porque es lo normal, porque todos lo hacen… porque es costumbre, porque son muchos años, por la responsabilidad, porque este día está lloviendo, porque estas cerca del trabajo, porque la cama tiene marcados tus huecos, porque tienes prestaciones, porque ya le sabes el modo, porque que hueva empezar de nuevo, porque va a cambiar el gobierno, porque a lo mejor mañana se acaba el mundo, porque esas cosas las compraste tu, porque no tienes porque dejarle la vida hecha a nadie, porque no tienes ninguna hecha para ti, porque te van a ver feo, porque se dirán muchas cosas de ti o porque a nadie le importará…. Porque siempre encuentras un porque, para creer que ese porque es suficiente….
Si bajo estas condiciones un día te llegara un instante de iluminación, es fácil que te percibas como zombie… moviéndote a un ritmo, caminando sin rumbo, siguiendo por una línea sin saber porque, sin saber hacia donde o para que, al final, si lo reflexionas, das vueltas sobre ti mismo, como el elefante alrededor de la estaca….
¿Cuanto tiempo es aguantar?, ¿Cuánto tiempo pelear por lo que siempre has querido? ¿Cuánta paciencia y comprensión es buena?, ¿Cuánto tiempo dando vueltas en círculos?.... ¿Cuánto tiempo para soltar el lastre… liberarte de la estaca? ¿Qué ha sido tan fuerte para cortar tus alas?
Hace unos años, mi madre me contaba que tenía una amiga que siempre le decía (Texto literal): "No te imaginas, el caso es que yo nada mas no puedo decir OSTEOPOROSIS, mira (tartamudeo): OSPITE…##, ves? defintivamente es imposible decir OSTEOPOROSIS".
Te das cuenta?
Sin afán de tornar este espacio en un sitio de autoayuda, o tornar la cantaleta en el programa de Mariano, en este único día se hace digno compartir estas preguntas:
¿Cuántos pasos crees que necesitaría el elefante para soltarse de la estaca? …. Exacto! Solo uno… y a donde crees que lo llevaría?
¿A donde crees que te llevaría a ti?
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