Con esta nueva percepción de la realidad que nos han
regalado sitios como Facebook o Twitter, y en general varias redes sociales,
donde muchas personas dicen tener una cantidad exorbitante de amigos, habría
que preguntarse cuántos de ellos son realmente tus amigos y cuales más bien son
solo referentes de tiempos pasados, que saludas de vez en cuando (o de vez en
nunca), con quienes simplemente has establecido contacto una que otra vez, no
solo en la red social, sino en la vida real fuera del internet.
Advierto desde ahora que este escrito, seguramente será un
poco largo, pero es imposible tocar este tema y tratar de ser breve, así que
espero que la voluntad te dé para llegar hasta la última línea del texto .
Cierto es que herramientas como el Facebook, nos permiten
reencontrar gente que no vemos hace mucho, y que muchas veces eso trae de
vuelta los lazos, a veces solo por generar reencuentros constantes para evocar
recuerdos de vez en vez, otras tantas para saciar la curiosidad unos minutos,
pero algunas se retoman como amistades permanentes. Hay a quien encuentras después
de un largo tiempo, que ahora puedes apreciar y disfrutar más, o personas con
las que verdaderamente quitaste el botón de pausa y retomaste todo, pero esto último
es muy difícil, pues generalmente vuelves a conocer por completo a alguien a
quien no has visto hace mucho. Eso de decir que el cariño no ha cambiado, es
falso, el cariño cambia, la historia es diferente. Tal vez no cambie el gusto
del reencuentro, pero este puede terminar en desazón. A veces resulta que quien
fue tu mejor amigo, se ha convertido en alguien insoportable para ti como eres
actualmente, o que alguien a quien no tolerabas se vuelve ahora tu mejor amigo…
¿te ha pasado?
Por supuesto que es grato reencontrar personas que fueron
importantes en tu vida, es genial encontrar de nuevo a los compañeros de viaje
de tu niñez o tu adolescencia, a aquellos que significaron algo importante y
que cuando logras localizarlos, vienen de la mano de un sinfín de recuerdos
pasados; pero creo que muchas veces algunas personas que agregas en el catálogo
de amigos por la red, no tenían realmente un lazo contigo entonces, pero al
tiempo, también les gusta formar parte de un todo, de un recuerdo global. Lo cual
no siempre significa que vayan a solo a mantenerse como recuerdo, muchos llegan
para quedarse, o regresan para quedarse, dicho quizás de la forma correcta.
Seguro esto te ha pasado: De pronto alguien se te acerca en
algún sitio y te saluda con mucho gusto, sorpresivamente, y tú no tienes idea
de quién es, pero esa persona a ti te recuerda perfectamente y con lujo de
detalles. Si sigues la conversación, mientras tratas de resolver el acertijo de
quién demonios es esta persona que no logras ubicar pero que sabe tanto de ti,
dicho personaje seguro llegará a mencionarte historias pasadas que recuerdas
perfectamente, o personas de tu pasado, pero que aún con estas referencias, no
logras ubicar donde cabe esta persona en la historia. Si tienes suerte y lo
recuerdas, generalmente te darás cuenta que no es precisamente una persona que
haya tenido mucha relevancia en tu vida: ¡por eso no lo recuerdas! (así que no
hay porque sentirse culpable); por lo cual este encuentro generalmente quedará
solo en ello, por más que te pases datos. Otras veces, te sientes más apenado
de que mientras la otra persona te recuerda perfectamente, tu ni idea tienes de
ella, que le sigues la conversación con gusto, lo saludas gratamente, eso sí,
siempre evitando decir nombres, y tratas de salir de ahí lo antes posible para
no quedar en evidencia; si alguien iba contigo y te pregunta quién era,
generalmente tendrás como respuesta un: ¡¡Quién sabe!!
Las redes sociales tienen esa cualidad, acercan muchas
personas que tal vez en su tiempo no fueron más que parte del mobiliario del
camino donde transitaste. La diferencia es que si te llega una invitación de
alguien que no recuerdas, pues la ignoras y punto, no tienes que pasar la vergüenza
de verle a la cara y decir que no te acuerdas quien es. Si te das cuenta, aquí se
marca la primera gran diferencia entre tus amigos y tus conocidos, generalmente
a tus amigos no los dejas de ver, estas al tanto de qué pasa con sus vidas, y
con cierta frecuencia, te reúnes con ellos o tratas al menos de mantener el
contacto aunque haya distancias largas de por medio. De hecho, Facebook ha sido
tan entendido en este tema, que abrió esa categoría en tu catálogo de amigos,
dividiendo Amigos de Conocidos, e incluso, agregando Mejores Amigos.
No pretendo con esto descartar las posibilidades de una
persona que aparece en tu vida, pues muchos de mis actuales amigos, son personas
que vienen del pasado; que entonces no tenían tanta participación en mi vida o
a quienes entonces no entendía o no conocía bien, y que al paso del tiempo han
entrado en mi vida para quedarse, ahora con una relación más estrecha en mi
etapa adulta. Pero creo que la diferencia sigue siendo que tanto convives con
alguien, que tanto llegas a conocerlo y que tanto son compatibles, eso es lo
que estrecha realmente un lazo. Pues incluso los derechos de antigüedad no
pesan en el gusto, por más que conozcas a alguien de tiempo, si no va contigo y
tu manera de ser y ver la vida, generalmente no lo consideras en tus grupos
predilectos y te irás alejando poco a poco, inevitablemente.
Claro está que el tiempo disponible va marcando claramente
las capacidades de establecer estos lazos. Muchas personas que conozco dicen,
que pueden contar a sus amigos con los dedos de una sola mano, y creo que puede
ser cierto, si no tienes mucho tiempo, pues no tienes oportunidad de dedicarte
a cultivar esa amistad. Yo tengo la suerte de tener lazos fuertes con mucha
gente y de tener una lista larga de amigos, que son mis verdaderos amigos, pero
es un hecho que tengo que ver a muchos en grupo para poder mantener el lazo
vivo, o al menos echar una conversación corta pero constante por teléfono, o de perdida un poco de chat o correo si no queda otra, para
seguir al pendiente de ellos. Y no quiere decir que me sobre tiempo, me busco
espacios cuando algo me interesa, más cuando tengo muchos amigos noctámbulos a
quienes puedo contactar a “deshoras”.
La estrecha convivencia va marcando pautas para acercar a
las personas. Pasamos mucho tiempo en el trabajo o en la escuela, aquí se crean
y se estrechan lazos. Yo puedo decir que al menos uno de mis amigos que estuvo
conmigo en el mismo salón más o menos 11 años, y en la misma escuela 16, que
por añadidura vivía a 3 cuadras de mi casa, y se mantuvo constante en las
cercanías por un periodo total de cerca de 20 años, es una persona que todavía
tengo la fortuna de contar dentro de mi lista de amigos, por más que ahora las
distancias nos obligan a vernos con menos frecuencia, pero que llego a tomar un
papel tan importante como uno más de mis hermanos. Igualmente puedo decir, que
tras haber trabajado codo con codo con otra persona durante 8 años, con grandes
afinidades, inevitablemente esta convivencia genero la posibilidad de sumar una
amiga más, una más de la familia, con quien se da la posibilidad de tener
todavía una convivencia constante. Muchas veces, resulta que estas personas
pasan más tiempo contigo, y adquieren un papel aún más relevante en tu vida,
que tu propia familia sanguínea. Tengo aun un grupo muy sólido de personas que
crecieron conmigo, quienes nos consideramos como hermanos, mi familia por elección
y así como estos, la fortuna de tener amistades igual de sólidas con otras
muchas personas, que fueron llegando poco a poco a mi vida, en donde menos lo
esperaba.
La convivencia cercana y constante, te da un elemento necesario para el
nacimiento y permanencia del afecto en un adulto: el grado de conocimiento que
tiene la otra persona de ti, y el que tú tienes de ella, al que se agrega la química
entre las personas y por supuesto, la complicidad y la afinidad que entre ambos
exista. Aquí, más que el tiempo es la calidad del mismo y el grado de afecto
quienes mandan.
Y por qué hago la diferencia entre la necesidad del adulto, aquí
va: Los niños se hacen la vida más fácil, si saber casi nada del otro,
simplemente se acercan, juegan, se hablan y expresan lo que quieren casi
siempre sin temor a ser escuchados por los otros chicos, hacen las cosas si
quieren y si no las quieren hacer, no se les juzga para siempre por el resto de
los niños, simplemente se les deja ser, se abrazan y se dicen te quiero por
gusto, porque la pasaron bien juntos, y tratan de repetirlo porque les gusto. Si
se enojan se saben buscar y pedir perdón, o dar un abrazo para que las cosas se
arreglen, sin más complicaciones. Dicen que en esto los niños varones incluso
son más sabios aún, pues pueden pelar, darse un par de puñetazos y volver a
abrazarse al rato sin problema y sin rencores.
Los adultos ponemos más cosas a prueba, aprendimos a ser
desconfiados. Y cuando somos lastimados, tardamos más en perdonar. Y a
diferencia de un niño que cuando se le pasa el dolor busca a sus amigos para
seguir la convivencia, los adultos generamos expectativas, o pedimos que la
otra parte demuestre su interés o se acerque a pedir una disculpa. Nos
complicamos enormemente. Total, cuando hay afecto, ¿que importa quien tome la
iniciativa? Lo cual no quiere decir que las diferencias se acaben, a veces solo
te adaptas.
Aquí hay otra pequeña división en las categorías de tus
amigos, los que son tus amigos casuales y tus verdaderos amigos.
La amistad verdadera no produce orgullos tontos o simples
mal entendidos, quizás en parte porque a tus verdaderos amigos los conoces casi
como la palma de tu mano, sabes entonces también como cuidarlos, que partes
serán difíciles con ellos o contigo, en que puntos es mejor que cedas, en que
puntos es mejor ignorar y dejar pasar las situación. Esto es tratando con
adultos claro está.
Por estas razones, infinidad de amistades de años, se rompen
al llegar a esta etapa, y después, difícilmente vuelven a pegar los pedazos,
nunca es lo mismo dicen algunas personas y yo coincido con ello.
Como antes he dicho, tengo todavía cerca de mí, algunos amigos de la infancia, muchos de la
adolescencia, todos ellos mis hermanos adoptivos; y por suerte, una buena cantidad de personas
de mi vida adulta, que también se han sumado a mis grandes afectos y a mi
pequeña gran familia postiza; aunque proporcionalmente en mi caso, son más los
que vienen de mucho tiempo que los recientes. Una buena parte de esta
situación, responde a que estas amistades están más que probadas y se crearon
en tiempos donde nos complicamos menos el alma y la cabeza para estar juntos,
estamos por estar, sabemos cómo somos y nos dejamos ser, cuidamos unos a otros
de nosotros, podemos expresarnos sin miedo y con absoluta confianza, aun cuando
los temas puedan ser graves, pero sobre todo nos disfrutamos sin líos y tenemos
muy claro cómo ser leales unos a otros. Nos conocemos bien, somos una gran
familia.
Al final, precisamente tus verdaderos amigos se convierten
en tu familia sustituta o complementaria, la que tienes por elección, no por
obligación, y como en todo, esos lazos solo persisten por la convivencia
constante; en mucho, porque es la forma en la que te pueden seguir reconociendo
todo el tiempo, es decir, en la que pueden seguir sabiendo cómo eres, pues las
personas cambiamos, y si estamos lejos, no seremos los mismos a ojos de los que
creían conocernos.
Para que esto pase, el interés debe ser mutuo, no puede ser
siempre una persona la que acceda a la otra o la que ceda a la otra. Como dicen
algunas personas que conozco: Hay la misma distancia de tu puerta a la mía, que
de la mía a la tuya… pensemos bien, ¿necesitas invitación formal de tus mejores
amigos para buscarlos? No!!. ¿Necesitas pensar 50 veces lo que vas a decir con
tus verdaderos amigos para que no te sientas incomodo? No!! ¿Necesitas
disfrazarte de otro para ser aceptado por tus amigos? No!!! ¿Tienes que
callarte las cosas que sientes o que te pasan con tus amigos? No!!! Así como
eres, en el momento que quieres y de la manera que puedes decir las cosas
puedes acudir a ellos. Y si alguien deja de hacerlo y se siente ofendido,
olvidado, relegado, etc… pues generalmente, eso va dando al traste con todo. Conozco
a quienes se pasan lamentando tu orgullo que te mantiene alejado, pero ¿que hay
con el suyo? ¿También es tan fuerte para no generar un intento del otro lado?
Vale la pena pensar como niño ¿o que no? Sin tanta cosa encima, si quieres
estar, pues haz por estar y resolver las cosas.
Creo que la receta es sencilla: Pasar el tiempo con quien te
guste pasar el tiempo, cultivar el afecto que sientes por alguien, fomentar y
permitir la cercanía de quien te hace sentir bien; no ponerte una máscara para
quedar bien con tus amigos (quienes lo son, lo serán a pesar de las
circunstancias, quienes van de paso, acelerarán su tránsito y propiciará que
quede tierra de por medio entre las partes); si ves algo nuevo y grato en
alguien que viene de tus viejos tiempos, déjalo pasar a tu vida, puedes
llevarte una buena sorpresa. Pero sobre todo, la clave está en esto: trata a tus amigos como a tu familia, sin
perjuicios, recuerda que cuando te molestabas con tus papás o tus hermanos, al
final siempre encontraste una forma de arreglar las cosas y dialogar, por mucho
tiempo que esto llevara. Comprende también que el tiempo disponible es ahora más
corto, así que úsalo bien, no podrá ser lo mismo que en tu adolescencia, pero
es suficiente para compartirte; habla con claridad, no des vueltas inútiles,
pero cuida de no lastimar lo que tienes conocimiento que puede doler, y en su
caso, advierte que lo dices con la mejor intención, si sabes que es la única
manera, pero tampoco te preocupes tanto, disfruta la libertad de ser quien
eres, que eso es algo inherente a la amistad. SI te has alejado recuerda, no
importa quien busque a quien, si extrañas a alguien, búscalo, olvídate del gran
problema, no hay porque lamentar una amistad perdida, es mejor no dejarla
perder; no crees? Y si quieres recuperarla, pues simplemente da el primer paso,
al final, no hay nada que perder!! Y si mucho que ganar…
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