viernes, 30 de agosto de 2013

Tus amigos

Con esta nueva percepción de la realidad que nos han regalado sitios como Facebook o Twitter, y en general varias redes sociales, donde muchas personas dicen tener una cantidad exorbitante de amigos, habría que preguntarse cuántos de ellos son realmente tus amigos y cuales más bien son solo referentes de tiempos pasados, que saludas de vez en cuando (o de vez en nunca), con quienes simplemente has establecido contacto una que otra vez, no solo en la red social, sino en la vida real fuera del internet.
Advierto desde ahora que este escrito, seguramente será un poco largo, pero es imposible tocar este tema y tratar de ser breve, así que espero que la voluntad te dé para llegar hasta la última línea del texto .
Cierto es que herramientas como el Facebook, nos permiten reencontrar gente que no vemos hace mucho, y que muchas veces eso trae de vuelta los lazos, a veces solo por generar reencuentros constantes para evocar recuerdos de vez en vez, otras tantas para saciar la curiosidad unos minutos, pero algunas se retoman como amistades permanentes. Hay a quien encuentras después de un largo tiempo, que ahora puedes apreciar y disfrutar más, o personas con las que verdaderamente quitaste el botón de pausa y retomaste todo, pero esto último es muy difícil, pues generalmente vuelves a conocer por completo a alguien a quien no has visto hace mucho. Eso de decir que el cariño no ha cambiado, es falso, el cariño cambia, la historia es diferente. Tal vez no cambie el gusto del reencuentro, pero este puede terminar en desazón. A veces resulta que quien fue tu mejor amigo, se ha convertido en alguien insoportable para ti como eres actualmente, o que alguien a quien no tolerabas se vuelve ahora tu mejor amigo… ¿te ha pasado?
Por supuesto que es grato reencontrar personas que fueron importantes en tu vida, es genial encontrar de nuevo a los compañeros de viaje de tu niñez o tu adolescencia, a aquellos que significaron algo importante y que cuando logras localizarlos, vienen de la mano de un sinfín de recuerdos pasados; pero creo que muchas veces algunas personas que agregas en el catálogo de amigos por la red, no tenían realmente un lazo contigo entonces, pero al tiempo, también les gusta formar parte de un todo, de un recuerdo global. Lo cual no siempre significa que vayan a solo a mantenerse como recuerdo, muchos llegan para quedarse, o regresan para quedarse, dicho quizás de la forma correcta.
Seguro esto te ha pasado: De pronto alguien se te acerca en algún sitio y te saluda con mucho gusto, sorpresivamente, y tú no tienes idea de quién es, pero esa persona a ti te recuerda perfectamente y con lujo de detalles. Si sigues la conversación, mientras tratas de resolver el acertijo de quién demonios es esta persona que no logras ubicar pero que sabe tanto de ti, dicho personaje seguro llegará a mencionarte historias pasadas que recuerdas perfectamente, o personas de tu pasado, pero que aún con estas referencias, no logras ubicar donde cabe esta persona en la historia. Si tienes suerte y lo recuerdas, generalmente te darás cuenta que no es precisamente una persona que haya tenido mucha relevancia en tu vida: ¡por eso no lo recuerdas! (así que no hay porque sentirse culpable); por lo cual este encuentro generalmente quedará solo en ello, por más que te pases datos. Otras veces, te sientes más apenado de que mientras la otra persona te recuerda perfectamente, tu ni idea tienes de ella, que le sigues la conversación con gusto, lo saludas gratamente, eso sí, siempre evitando decir nombres, y tratas de salir de ahí lo antes posible para no quedar en evidencia; si alguien iba contigo y te pregunta quién era, generalmente tendrás como respuesta un: ¡¡Quién sabe!!
Las redes sociales tienen esa cualidad, acercan muchas personas que tal vez en su tiempo no fueron más que parte del mobiliario del camino donde transitaste. La diferencia es que si te llega una invitación de alguien que no recuerdas, pues la ignoras y punto, no tienes que pasar la vergüenza de verle a la cara y decir que no te acuerdas quien es. Si te das cuenta, aquí se marca la primera gran diferencia entre tus amigos y tus conocidos, generalmente a tus amigos no los dejas de ver, estas al tanto de qué pasa con sus vidas, y con cierta frecuencia, te reúnes con ellos o tratas al menos de mantener el contacto aunque haya distancias largas de por medio. De hecho, Facebook ha sido tan entendido en este tema, que abrió esa categoría en tu catálogo de amigos, dividiendo Amigos de Conocidos, e incluso, agregando Mejores Amigos.
No pretendo con esto descartar las posibilidades de una persona que aparece en tu vida, pues muchos de mis actuales amigos, son personas que vienen del pasado; que entonces no tenían tanta participación en mi vida o a quienes entonces no entendía o no conocía bien, y que al paso del tiempo han entrado en mi vida para quedarse, ahora con una relación más estrecha en mi etapa adulta. Pero creo que la diferencia sigue siendo que tanto convives con alguien, que tanto llegas a conocerlo y que tanto son compatibles, eso es lo que estrecha realmente un lazo. Pues incluso los derechos de antigüedad no pesan en el gusto, por más que conozcas a alguien de tiempo, si no va contigo y tu manera de ser y ver la vida, generalmente no lo consideras en tus grupos predilectos y te irás alejando poco a poco, inevitablemente.
Claro está que el tiempo disponible va marcando claramente las capacidades de establecer estos lazos. Muchas personas que conozco dicen, que pueden contar a sus amigos con los dedos de una sola mano, y creo que puede ser cierto, si no tienes mucho tiempo, pues no tienes oportunidad de dedicarte a cultivar esa amistad. Yo tengo la suerte de tener lazos fuertes con mucha gente y de tener una lista larga de amigos, que son mis verdaderos amigos, pero es un hecho que tengo que ver a muchos en grupo para poder mantener el lazo vivo, o al menos echar una conversación corta pero constante por teléfono, o de perdida un poco de chat o correo si no queda otra, para seguir al pendiente de ellos. Y no quiere decir que me sobre tiempo, me busco espacios cuando algo me interesa, más cuando tengo muchos amigos noctámbulos a quienes puedo contactar a “deshoras”.
La estrecha convivencia va marcando pautas para acercar a las personas. Pasamos mucho tiempo en el trabajo o en la escuela, aquí se crean y se estrechan lazos. Yo puedo decir que al menos uno de mis amigos que estuvo conmigo en el mismo salón más o menos 11 años, y en la misma escuela 16, que por añadidura vivía a 3 cuadras de mi casa, y se mantuvo constante en las cercanías por un periodo total de cerca de 20 años, es una persona que todavía tengo la fortuna de contar dentro de mi lista de amigos, por más que ahora las distancias nos obligan a vernos con menos frecuencia, pero que llego a tomar un papel tan importante como uno más de mis hermanos. Igualmente puedo decir, que tras haber trabajado codo con codo con otra persona durante 8 años, con grandes afinidades, inevitablemente esta convivencia genero la posibilidad de sumar una amiga más, una más de la familia, con quien se da la posibilidad de tener todavía una convivencia constante. Muchas veces, resulta que estas personas pasan más tiempo contigo, y adquieren un papel aún más relevante en tu vida, que tu propia familia sanguínea. Tengo aun un grupo muy sólido de personas que crecieron conmigo, quienes nos consideramos como hermanos, mi familia por elección y así como estos, la fortuna de tener amistades igual de sólidas con otras muchas personas, que fueron llegando poco a poco a mi vida, en donde menos lo esperaba.
La convivencia cercana y constante, te da un elemento necesario para el nacimiento y permanencia del afecto en un adulto: el grado de conocimiento que tiene la otra persona de ti, y el que tú tienes de ella, al que se agrega la química entre las personas y por supuesto, la complicidad y la afinidad que entre ambos exista. Aquí, más que el tiempo es la calidad del mismo y el grado de afecto quienes mandan.
Y por qué hago la diferencia entre la necesidad del adulto, aquí va: Los niños se hacen la vida más fácil, si saber casi nada del otro, simplemente se acercan, juegan, se hablan y expresan lo que quieren casi siempre sin temor a ser escuchados por los otros chicos, hacen las cosas si quieren y si no las quieren hacer, no se les juzga para siempre por el resto de los niños, simplemente se les deja ser, se abrazan y se dicen te quiero por gusto, porque la pasaron bien juntos, y tratan de repetirlo porque les gusto. Si se enojan se saben buscar y pedir perdón, o dar un abrazo para que las cosas se arreglen, sin más complicaciones. Dicen que en esto los niños varones incluso son más sabios aún, pues pueden pelar, darse un par de puñetazos y volver a abrazarse al rato sin problema y sin rencores.
Los adultos ponemos más cosas a prueba, aprendimos a ser desconfiados. Y cuando somos lastimados, tardamos más en perdonar. Y a diferencia de un niño que cuando se le pasa el dolor busca a sus amigos para seguir la convivencia, los adultos generamos expectativas, o pedimos que la otra parte demuestre su interés o se acerque a pedir una disculpa. Nos complicamos enormemente. Total, cuando hay afecto, ¿que importa quien tome la iniciativa? Lo cual no quiere decir que las diferencias se acaben, a veces solo te adaptas.
Aquí hay otra pequeña división en las categorías de tus amigos, los que son tus amigos casuales y tus verdaderos amigos.
La amistad verdadera no produce orgullos tontos o simples mal entendidos, quizás en parte porque a tus verdaderos amigos los conoces casi como la palma de tu mano, sabes entonces también como cuidarlos, que partes serán difíciles con ellos o contigo, en que puntos es mejor que cedas, en que puntos es mejor ignorar y dejar pasar las situación. Esto es tratando con adultos claro está.
Por estas razones, infinidad de amistades de años, se rompen al llegar a esta etapa, y después, difícilmente vuelven a pegar los pedazos, nunca es lo mismo dicen algunas personas y yo coincido con ello.
Como antes he dicho, tengo todavía cerca de mí,  algunos amigos de la infancia, muchos de la adolescencia, todos ellos mis hermanos adoptivos;  y por suerte, una buena cantidad de personas de mi vida adulta, que también se han sumado a mis grandes afectos y a mi pequeña gran familia postiza; aunque proporcionalmente en mi caso, son más los que vienen de mucho tiempo que los recientes. Una buena parte de esta situación, responde a que estas amistades están más que probadas y se crearon en tiempos donde nos complicamos menos el alma y la cabeza para estar juntos, estamos por estar, sabemos cómo somos y nos dejamos ser, cuidamos unos a otros de nosotros, podemos expresarnos sin miedo y con absoluta confianza, aun cuando los temas puedan ser graves, pero sobre todo nos disfrutamos sin líos y tenemos muy claro cómo ser leales unos a otros. Nos conocemos bien, somos una gran familia.
Al final, precisamente tus verdaderos amigos se convierten en tu familia sustituta o complementaria, la que tienes por elección, no por obligación, y como en todo, esos lazos solo persisten por la convivencia constante; en mucho, porque es la forma en la que te pueden seguir reconociendo todo el tiempo, es decir, en la que pueden seguir sabiendo cómo eres, pues las personas cambiamos, y si estamos lejos, no seremos los mismos a ojos de los que creían conocernos.
Para que esto pase, el interés debe ser mutuo, no puede ser siempre una persona la que acceda a la otra o la que ceda a la otra. Como dicen algunas personas que conozco: Hay la misma distancia de tu puerta a la mía, que de la mía a la tuya… pensemos bien, ¿necesitas invitación formal de tus mejores amigos para buscarlos? No!!. ¿Necesitas pensar 50 veces lo que vas a decir con tus verdaderos amigos para que no te sientas incomodo? No!! ¿Necesitas disfrazarte de otro para ser aceptado por tus amigos? No!!! ¿Tienes que callarte las cosas que sientes o que te pasan con tus amigos? No!!! Así como eres, en el momento que quieres y de la manera que puedes decir las cosas puedes acudir a ellos. Y si alguien deja de hacerlo y se siente ofendido, olvidado, relegado, etc… pues generalmente, eso va dando al traste con todo. Conozco a quienes se pasan lamentando tu orgullo que te mantiene alejado, pero ¿que hay con el suyo? ¿También es tan fuerte para no generar un intento del otro lado? Vale la pena pensar como niño ¿o que no? Sin tanta cosa encima, si quieres estar, pues haz por estar y resolver las cosas.
Creo que la receta es sencilla: Pasar el tiempo con quien te guste pasar el tiempo, cultivar el afecto que sientes por alguien, fomentar y permitir la cercanía de quien te hace sentir bien; no ponerte una máscara para quedar bien con tus amigos (quienes lo son, lo serán a pesar de las circunstancias, quienes van de paso, acelerarán su tránsito y propiciará que quede tierra de por medio entre las partes); si ves algo nuevo y grato en alguien que viene de tus viejos tiempos, déjalo pasar a tu vida, puedes llevarte una buena sorpresa. Pero sobre todo, la clave está en esto:  trata a tus amigos como a tu familia, sin perjuicios, recuerda que cuando te molestabas con tus papás o tus hermanos, al final siempre encontraste una forma de arreglar las cosas y dialogar, por mucho tiempo que esto llevara. Comprende también que el tiempo disponible es ahora más corto, así que úsalo bien, no podrá ser lo mismo que en tu adolescencia, pero es suficiente para compartirte; habla con claridad, no des vueltas inútiles, pero cuida de no lastimar lo que tienes conocimiento que puede doler, y en su caso, advierte que lo dices con la mejor intención, si sabes que es la única manera, pero tampoco te preocupes tanto, disfruta la libertad de ser quien eres, que eso es algo inherente a la amistad. SI te has alejado recuerda, no importa quien busque a quien, si extrañas a alguien, búscalo, olvídate del gran problema, no hay porque lamentar una amistad perdida, es mejor no dejarla perder; no crees? Y si quieres recuperarla, pues simplemente da el primer paso, al final, no hay nada que perder!! Y si mucho que ganar…

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