miércoles, 14 de marzo de 2018

El riesgo de fingirte fuerte


Hace varios años, una persona fabulosa que cruzo en mi camino, y que tomo las fotos para mi primer disco, escribió esta frase: “Quisiera ser como tú…. Borrarte y borrarme para ti, esconderme entre las ramas. Pero yo soy yo, yo me dibujo y desdibujo ante tus ojos… ante tu silencio”

Las personas que somos de una pieza, que simplemente podemos describirnos con esa frase que dice “lo que ves, es lo que hay”, no tenemos miedo de mostrarnos como somos en toda circunstancia. Aún a riesgo de la existencia de un juicio de todas aquellas personas que nos rodean y que esperan de nosotros un comportamiento, más fuerte, más digno, más orgulloso. Siempre he dicho que el orgullo y la dignidad son conceptos sociales que atentan contra el individuo, pues al final, a la única persona que matan poco a poco es a ti mismo, sobre todo, cuando esto pelea con buscar lo que en realidad nos hace felices. Ojo, esto no tiene que ver con la consciencia adquirida, de que hay que tratar de alejarnos de lo que hace daño y tratar de salir adelante poniendo todas las ganas, o de saber que tienes que irte de algún lado donde ya no hay nada más para ti, que es una cosa totalmente diferente.

Cierto es que todos en algún momento de la vida, tratamos de crearnos una imagen fuerte y que se perciba más entera para poder ser aceptados por el mundo, para que la gente no vea nuestra vulnerabilidad y abuse de ella. Pero el tiempo va marcando poco a poco, que esto también es un error; que uno no cabe en todos lados y que las imágenes que vamos creando van creando una falsa mascara de realidad, en la que al final, las personas que valoramos no terminarán de ver quien somos en realidad, y entonces, podemos generar también bases falsas para el afecto. Quien te quiere, que te quiera como eres, nadie es perfecto a final de cuentas. Las defensas están de más y no dejan pasar lo malo, pero tampoco lo bueno.

Todos somos vulnerables, todos somos fuertes también en ciertos aspectos. Hay quienes somos más emocionales, o más lógicos; más secos o más afectuosos; más valientes o más cobardes; quienes tenemos más impulso o quienes no, hay quien tiene la capacidad de centrarse y quien de dispersarse. En fin, las personas somos como somos, y es cien por ciento mejor dejar de lado las falsas imágenes, si se quiere al menos estar bien consigo mismo. En realidad, quien es capaz de mostrar sus debilidades es también una persona más fuerte.

Jamás debemos tener miedo de decirle a alguien te quiero, de aceptar cuando algo pudo más que tú, o que algo te salió mal, de tener que mostrarse vulnerable y roto cuando algo te hace daño, quien te conoce, sabe que es parte de un proceso de sanación, que tarde o temprano pasará, o quizás no… pero que de cualquier manera debe ejercerse, pues incluso, tu cuerpo puede somatizar todo aquello que no sacas y transformarlo en algo peor, como el cáncer, por ejemplo. La frustración debe salir de alguna forma, el dolor y la tristeza también, así como los sentimientos de repulsión y odio que todos en algún punto mínimo también podemos albergar.  Por supuesto no se trata de ir dando lástimas por la vida, pero si, es mejor hablarlo y sacarlo de tu sistema. Esto siempre lo he dicho, hablar de algo malo es como cuando cuentas un chiste muchas veces, tarde o temprano pierde todo sentido y ya ni gracia te causa, igualmente pasa con las cosas que dices sobre lo que sientes, tarde o temprano se van soltando de ti. Por ello, no tiene nada de malo, arriesgarse a mostrarse como es uno en todo momento. Para lo malo, y también para lo bueno, que de eso no hablamos, pero que también es importante hacer un poco de alarde o de autofestejo de las cosas buenas que tienes y que te van pasando. Hay también quien dice que no habla de sus planes para que no se le arruinen, pero en realidad, lo que pasará con ello, si el destino lo tiene planeado tampoco nada lo cambiará. La vida no es una total historia de éxito, hay cosas malas, y también hay momentos de felicidad que debemos coleccionar para saber que ha valido la pena.

Yo he decidido ser quien soy, y mostrarme tal como soy en todo momento, desde hace mucho esta decisión marco pautas clave en mi camino, puedo decirte que soy más feliz con ello, aunque no siempre lo que proyecte sea bueno, pues tengo muchas partes flacas como todo el mundo. La vida sigue siempre, y cuando despiertas cada mañana, no te queda más que hacer lo que crees mejor o lo que puedes hacer con ella, por fantástico o malo que haya sido el día anterior, cada día hay algo nuevo que no planeaste y que tienes que empezar un poco de cero. Así que lo menos que podemos hacer, es ser como somos en realidad y no como queremos que nos vean, por lo menos para sentirnos de una pieza; pues al final, el mundo, las personas y la sociedad, tendrán sus propias ideas sobre ti, que tú no puedes cambiar, y que ni vale la pena considerar.

Hace unos días una persona me preguntaba, ¿si te dijeran que te queda poco tiempo de vida, ¿qué harías? ¿Qué dejas pendiente?  ¿Qué te quedaste con ganas de hacer? Pendientes muchos, pues siempre hay más ideas para mañana, pero en realidad, en mi caso, no me he quedado con ganas de nada, he vivido mi vida plena y oportunamente, conocí el éxito y el fracaso, la grandeza y la pequeñez, la riqueza y la pobreza, el amor correspondido y el no correspondido, la amistad y la traición, la felicidad y el dolor. Todo lo que he logrado, lo he hecho yo y no tengo que colgarme medallas que no me gane, claro, con algunos empujones de vez en cuando, pero todo lo que me propuse ha estado. He sido yo en todo momento, he vivido como quiero, no hay ganas de compensar nada pues al menos lo que no me ha salido lo intente arriesgando todo en todo momento; por sobre todo lo creo, porque considero que los últimos años al menos, he podido ser como soy y he intentado vivir así, sin máscaras ni disfraces, sin pensar si los demás están de acuerdo, sin intentar solo lucir fuerte, sin pensar si lo que hago está bien o mal, sin pensar si me ven débil o fuerte en el camino, eso al menos, me da la plenitud de ser yo y no quedarme a deber. Así que, ¿Qué prefieres? ¿vivir para ti con todo y tus errores o vivir para los demás siendo un error?




jueves, 8 de marzo de 2018

Caminando a ciegas

A veces, simplemente tienes que seguir caminando y avanzando sin saber porque o sin tener claro el punto final del camino.

La vida te puede romper en un instante; acabar de tajo con lo que un momento atrás parecía ser tu estado más grande de felicidad, y con lo que pensabas, que era el dibujo más claro de un futuro hermoso que se iba visualizando a partir de ello. Y sin más, de pronto, todo puede cambiar en un segundo. Una frase puede romper en mil pedazos un castillo que creías sólido como una roca. Un pequeño evento puede interrumpir un flujo de cosas positivas y de pronto tornar todo en negro.

La vida está plagada de estas cosas. De momentos en los que no entendemos porque y para que pasa algo. Mucha gente implica en esto la voluntad de Dios y señala que solo él sabe sus caminos y espera a qué del cielo, al tiempo le llegue una explicación divina. Otros tantos, lo llaman karma, otros, destino, algunos simplemente dicen: la vida es así, y apesta. 

Hay momentos como estos en los que en consecuencia quieres aventarlo todo, quieres simplemente desaparecer del mundo, o que el mundo se apague por siempre, pues lo que pierdes es enormemente valioso. Un amor, un trabajo, una persona, un amigo, la estabilidad, algo por lo que luchaste mucho, etc. Las explicaciones divinas no son nunca claras, siempre pienso que Dios ha sido realmente el inventor de la frase “Interpreta mi silencio”; las señales suelen ser poco claras o nulas, y en todo caso, el auxilio divino es generalmente tardío a ojos de un corazón lastimado y roto.

Agreguemos además que la sensación que queda después de esto, es que lo que ha sucedido es tremendamente injusto; pues tú has puesto todo de tu parte para hacer que las cosas funcionen, tu empeño, tus ganas, tu tiempo, tu amor, tu entrega, tu compromiso, tu todo…. Y sin embargo, las cosas suceden así y te rompen. Hay quien entonces indica que seguramente estas pagando algo del pasado; que Dios sabe mejor que tú que es lo que te conviene, que te tendrá preparado algo mejor. Todo esto, buscando equidad y con ello promoviendo la bondad de un Dios, para que el refugio moral se siga manteniendo relativamente cálido.

Es curioso, porque si aventamos todo a Dios, deberíamos darnos cuenta que en el antiguo testamento, los diversos pedidos de demostración de fe y la aplicación de justicia que este tenía, son todo, menos dulces; a partir del nuevo testamento, la cara con que ahora se ve a Dios es una cara más amorosa y dulce. Así que, ¿a cuál de ellos esperamos como rescatista en momentos así?

La realidad es esta, desde mi punto de vista, y la marcaba claramente Stephen King en uno de sus libros llamado Desesperación: quizás, “Dios es justo pero es cruel, pues muchas veces te hace vivir”. Y aquí es donde te quedas solo con tu propio mal o buen entendimiento de las cosas, y de qué hacer con ellas para que no te hagan tanto daño.

Es imposible ver algo bueno en estos momentos, pues incluso las cosas buenas que pueden pasar alrededor tuyo, pierden todo valor, pues te centras en el dolor de la perdida. Es imposible a veces, pensar con claridad y encontrar rutas de escape, de salida o de crecimiento. Imposible también es, detener la tristeza y pensar que puedes crecer, y aprender de ello.

Por todo esto, muchas veces solo nos queda seguir caminando a ciegas, dando tumbos o tratando de erguirnos en el camino. Procesando el dolor o incrementándolo. Es un hecho qué, lo que sí sucede, es que cosas así nos cambian para siempre, rompen y modifican algo de manera definitiva dentro de nosotros, no sabemos si para bien o para mal, pero generan un cambio. Podemos perder o ganar en el proceso con los resultados, no lo sé; lo qué si sé, es que te vuelves diferente, que nunca vuelves a ser la misma persona.


Sea karma, o sea Dios, o sea lo que queramos ponerle de nombre a estas cosas, necesariamente cuando despiertas a la mañana siguiente y sigues respirando, te das cuenta que incluso si deseaste no despertar, te quedaron mal. Algunas, muy pocas veces en realidad, tendrás oportunidades únicas de corregir algo y evitar que lo malo siga pasando o creciendo, si esto se puede, intentarlo es lo mejor. La mayor parte de las veces, nada de esto tiene una explicación lógica o una respuesta. Creo que lo único que se puede asumir en esto es tan simple como decir: A veces, la vida apesta, que la felicidad no dura; pero no te queda más que levantar los pies y ponerlos en marcha, hacia donde sea que te lleven después, aún si eso significa que en ese ámbito, nunca volverás a ser tan feliz. 

martes, 27 de febrero de 2018

¿Cuanto es suficiente?


Durante todo mi tránsito de vida, he caminado a través de ella apostando a cada momento.
                       
Es difícil a veces escuchar las voces del mundo pidiendo que te detengas en algo, que establezcas límites, que pongas un tope a lo que das, que frenes lo que sientes, que administres tus esfuerzos, tu dinero, tu tiempo; que dosifiques tu amor y tus ganas, que no te desboques, que no des tanto. Infinidad de veces mucha gente alrededor me dice, que no debes entregar tanto si no recibes siempre en proporción, que no antepongas nada antes de ti.

El egoísmo es parte de las cosas que llevan a esto, y no es malo, el egoísmo bien entendido es precisamente que tu centres en ti las bases, que focalices cuidando tu yo, que busques a toda costa ser feliz pensando en todo momento en lo que a ti te hace feliz. Hay quien piensa, sin embargo, que el egoísmo es más una fotografía de alguien que siempre, invariablemente, debe buscar a toda costa que todo sea para sí, sin dejar una mota de polvo para nadie más. Es importante conservar foco en uno, y precisamente aquí es donde se establece la lucha entre el concepto del egoísta puro, o del proteccionismo interno, en el que solamente mantengas siempre la balanza con los mismos términos tratando de lograr equilibrio.



Pero, ¿lo mejor de la vida es siempre mantener el equilibrio? ¿Acaso no parte de las mejores cosas que a veces llevamos en los recuerdos, no son resultado precisamente de la falta de equilibrio? ¿Porque entonces detener las cosas? ¿Por qué poner un límite a las mismas? En todo caso, yo creo que el equilibrio no siempre es inmediato, y entonces, si lo vamos a involucrar en una idea, creo que el razonamiento es simple: si queremos ganar mucho, pues hay que apostar fuerte y mucho, si queremos ganar poco, apostemos poco o no apostemos casi nada. Y así lograremos el equilibro a futuro.

Creo que cuando buscamos un sueño, hablar de limites es absurdo. Todos queremos algo, sea lo que sea, algo material, una mejor vida, un mejor trabajo, amor, vivir como uno quiere. Hay quien critica al artista por poner toda su vida en algo que la mayor parte de las veces no deja tanto para vivir, y pretende que sacrifique sus sueños, en pos de lo que socialmente se ve más aceptable, que es hacer mucho dinero en cualquier otra cosa que no le guste. Hay quien pide a los enamorados que no pongan todos los huevos en una canasta y que no entreguen tanto para que no los lastimen. Creo que uno no puede poner límites a las cosas, creo que también si uno realmente desea y sueña algo, nada de lo que uno pueda apostar es mucho, nunca se llega al punto de indicar que ha sido suficiente. Hay que pelear contra todo si así se desea, si a ojos de los demás es absurdo, pues hay que caer en lo absurdo.

Cuando tú mismo creas que es suficiente, es momento de retirarse, pues eso que pensabas, definitivamente no es para ti; pues tú mismo te has dado ya por vencido. Pero si no se ha llegado a este punto, hay que seguir apostando y apostando fuerte: el corazón, el alma… la vida si es necesario; es la única forma de perseguir esos sueños grandes, de lograr que esas cosas maravillosas se alcancen; por más que el resto del mundo te grite que estas mal. Si no resulta, no quedara el consuelo de haberlo intentado, esas son tonterías, si no resulta, dolerá, y quizás la pases muy, muy mal; pero ¿y sí, sí? Te aseguro que no podrá haber ente en el mundo más feliz que tú. Piénsalo, todo lo grande ha sido logrado así, apostando con todo, poniendo todo sin límites, ignorando el cuestionamiento de sí es suficiente. Las grandes empresas y las grandes fortunas así llegaron, mayormente de gente que puso todo en juego. Los grandes amores, son resultado de poner el corazón y dar sin límite alguno; las vidas más ricas son aquellas donde se empeña el alma por completo, sin temor.

No te pido que compartas mi punto de vista si es que ves el mundo diferente, pero creo que vale la pena pensarlo. Yo, al menos, no puedo concebir el mundo de otra manera, no puedo dejar de poner todo en lo que sueño; no siempre se cumplen, pero lo que se ha cumplido es grandioso y he tenido mucho de eso;  no puedo pretender amar deteniéndome con temor, dosificando lo que doy, lo doy y punto, sin pensar si mañana no funciona; a veces al grado incluso de pasar sobre mi propio bienestar, y espero entonces que alguna vez, esa persona maravillosa con la que seré feliz toda mi vida, pueda mirarme y entregarme en un instante su corazón para siempre, sin duda alguna, haciendo que la apuesta traiga resultados más grandes, creando entonces el amor más grande de mi vida. Se apuesta para ser feliz. ¿Como llegar a esto si no apuesto así? ¿Si pretendo encontrar el límite de cuanto es suficiente? Si uno va con un miedo preconcebido, a veces esa apuesta es algo tan simple como decir, aquí voy, lo intento, total ¿Qué puede pasar?, más bien hay que pasar sobre el miedo, hay que dejarse ir… a final de cuentas: ¿Qué pasa si no funciona? … yo creo que nada peor que no haber intentado que funcione.