viernes, 5 de abril de 2019

Espejismos


¿Quién no ha visto una película o caricatura, donde de pronto el personaje - sobre todo preso de un cansancio tremendo y muerto de sed - encuentra un espejismo en el desierto o en la carretera?

Técnicamente un espejismo es causado por el efecto de los reflejos de luz del sol, sobre un estado alterado del aire caliente, a causa de las diferencias de temperatura que hace que las propiedades ópticas del aire, varíen en función de su altura con respecto al suelo, causando que los rayos de luz modifiquen sus trayectorias rectas, creando refracciones curvas, que provocan la percepción de que hay agua en el suelo.


Sin embargo, cada historia que nos han mostrado de esto, lleva también implícitos otros factores psicológicos del personaje, cansado, desgastado, anhelante de encontrar como sobrevivir, que a primera instancia no solo visualiza agua, sino que también configura la imagen con un oasis rodeando la misma en muchos casos. Es decir, el anhelo en el corazón y la mente del mismo, tienen consecuencia en la forma de percibir esta imagen, distorsionando la imagen básica del agua reflejada a una irrealidad aún mayor.

Esto nos pasa a las personas, cuando nuestros anhelos son así de grandes, cuando las sensaciones de  amor, soledad o de necesidad son enormes, o cuando estamos a veces buscando la manera de sobrevivir simplemente. Tomamos imágenes de algo que parecería tener una respuesta a lo que nos aqueja o acongoja, y terminamos magnificando la misma, creando un espejismo de grandes dimensiones que puede confundir aún más nuestra realidad.

Probablemente alguien llega a poner un poco de luz, y producto de todos estos factores, también se provoca que esa luz tenga efectos convexos que distorsionan nuestra percepción, quizás, dicho de manera más simple, probablemente es que necesitamos tanto creer en que esa sensación fue tan real, que al pretender que esta no sea efímera, alimentamos un espejismo de otra manera. Cometiendo el error de redibujar a una persona y nuestras propias creencias sobre ella; donde la dotamos de mayores cosas, o donde pensamos que algo que fue de efecto momentáneo, podría vivir para siempre.

Podemos apostar fuerte en ello, podemos incluso pretender construir con los materiales de nuestro oasis imaginario, podemos pretender que incluso, parte del espejismo lleva una respuesta, y generamos entonces acciones reales para tratar de garantizar su continuidad,  misma que parece clara mientras seguimos llenos de luz de sol.

Pero hay que tener claro algo. Al final, como sucede con los espejismos, el sol tendrá una hora de retirada, y a la caída de la obscuridad y su consecuente baja de temperatura… dichos espejismos no sobrevivirán a ningún atardecer, dándonos cuenta que simplemente seguimos perdidos en el desierto, sin nada que beber, y con solo tierra árida entre las manos, donde no es posible dar fertilidad a ninguna cosa, donde no puede cristalizarse un sueño.

Es por ello mejor, anticipar a tu mente; que es mejor esperar que algo se enfríe y se obscurezca un poco, a que dejes que reduzca un poco ese brillo que te deslumbra; para darte cuenta de que puedes ver igual de clara y hermosa a una persona, sin el halo cegador de la luz que le rodea por algún momento; intentar percibir que la historia que te dibujas, tiene alas en la realidad y no solo en tus sueños. 

Al final, como suele suceder, generalmente nada sobrevive a ello, y muere después de que la luz deslumbrante reduce; entonces, es mejor seguir caminando en la realidad, aunque a veces signifique seguir deambulando en pos de algo que realmente valga la pena y no solo sea un reflejo de tu propia luz (cuando lo que llevas dentro es así de enorme, que deslumbra y quiere iluminar todo),  hasta encontrar a alguien cuyo brillo sea tan grande como el de la luna, que ilumina aun en lo más obscuro. Esperar una luz que prevalezca y no sea devorada por la obscuridad que le rodea. Vivir despierto, no soñar en irrealidades que no tienen forma en el plano que tu buscas y se convierten solo en fantasías sin respuesta. Tener conciencia de que un espejismo, por más agradable y atractivo que parezca, es solo eso, un espejismo, totalmente distante a la dulce realidad que deseas y anhelas, una distorsión total de algo que no puede ser real y que es mejor pasarlo de largo para dejarlo atrás, a fin de seguir en busca de una realidad tan simple, que por su misma forma, demostración y espontaneidad, sea totalmente innegable. 


viernes, 29 de marzo de 2019

El temor de un final

Estamos marcados por el miedo de un final, que es claro de antemano desde la perspectiva del término de una vida. Es preocupante, sin embargo, como las personas solemos enfocar muchas más veces el pensamiento en el temor de ese punto terminal, sea cual sea, o sea cuando pueda ser; que en el disfrute de los momentos que preceden al mismo. Nos hemos tristemente acostumbrado a vivir con miedo. 

Predefinimos e imaginamos un final, que siempre será dolorosamente épico, y por ello muchas veces, ni siquiera somos capaces de darle un principio a algo. Pues inevitablemente bajo esta perspectiva, no queremos ser sujetos de un sufrimiento mayor, sin darnos cuenta, que muchas veces el más grande sufrimiento, es la visión cobarde que nos mantiene congelados, sin poder vivir intensamente la historia que va en el medio. Deberíamos tener miedo a no vivirlo, a perdernos los pasos, no a concluirlo, pues un final siempre existirá, la vida se extingue algún día, sin que por ello no haya valido la pena lo vivido. 

Cierto es que llevamos estigmas y huellas profundas del pasado, el problema muchas veces es que enfocamos la vista hacia los daños, y que pocas veces miramos simplemente los puntos altos y llenos de felicidad en el camino. Y esa forma de ver las cosas, esa formula obscura que da un peso tan duro al pasado, no siempre nos permite ver claro el presente y obscurece por completo las posibilidades del futuro. 

¿Cuantas veces sencillamente vemos algo tan bueno, que pensamos que no puede ser cierto?, ¿que creemos que lleva truco y nos empeñamos en buscar la parte obscura que puede empañar la vista, que en primera instancia parece agradable? ¿Cuántas más podemos pensar que se trata de un espejismo, pensando en que el pasado ha tenido ciertas similitudes que seguramente en este caso, traerán simplemente un acto de repetición y un nuevo fracaso? ¿Cuántas veces condenamos el presente y el futuro por las marcas del pasado?

Cierto es que todos tenemos daños, mayores o menores, terribles o ligeros, tatuados o fáciles de lavar. Cierto es también que la vida va dejando a su paso deterioros en el corazón, en el pensamiento, en las reacciones y terminales nerviosas, pero cierto también es, que también lleva impregnadas las cosas buenas que se minimizan ante el terror de un final preludiado por un daño posible y qué a nuestros ojos, probablemente pueda ser repetido.  

Juzgamos el mundo y sus posibilidades basados en experiencias fuertes, pero quizás mínimas en proporción, dejamos ir cosas brillantes por el recuerdo de situaciones obscuras, cerramos nuestros sueños por la incredulidad de las posibilidades. Tomamos justos por pecadores, y les hacemos pagar un precio incluso, sin darnos cuenta que el precio mayor es el de la perdida que vamos construyendo nosotros mismos, pues perderemos la posibilidad de vivir algo al carecer de la fe y la ilusión con que pretendemos vivir, pero que dejamos guardada en una caja fuerte a resguardo para no ser lastimada.

Me han lastimado mil veces, quizás cada vez mas fuerte, tal vez, cada vez mas recio, sin embargo, no por ello he permitido a mi mente opacar las ansias de un corazón que solo desea vivir a plenitud, y poder gozar un poco del camino. Me he equivocado infinidad de ocasiones, he confiado en personas equivocadas, he dejado perder mil ilusiones, pero he reconstruido otras, he perdido, como todo el mundo, tal vez mucho, tal vez poco, pero he perdido.  Quizás nací con una coraza demasiado fuerte, o una necedad inmensa, tal vez, solo persiste una necesidad inmensa de encontrar, de soñar, de prevalecer. Pero el hecho es que, a pesar de ello, mi corazón y mi espíritu se niegan a renunciar a la idea rosa, de que al final puede haber algo mejor en el camino. 

Aun sigo emocionándome por despertar a diario, por soñar y perseguir lo que sueño, pues se qué a pesar de las fallas, si no lo hago, de cualquier manera, la vida me cobrara la falta del intento. Aun puedo perderme como nunca en unos ojos verdes como el paraíso, en la promesa de un mañana mejor al ayer, que se ha ido ya. Tal vez solo se trata de tener demasiada fe, o que también tengo un miedo terrible de dejar pasar algo que pudo ser simplemente fantástico, un miedo mayor a ello que a un final. Aun tomo el riesgo de equivocarme y salir lastimado, prefiero en mucho eso que lo estático de la falta del primer paso que me saque del estado en el que me encuentro después de fracasar. 
 
El miedo puede matar todo, pero también puede ser el más grande impulso, pues al final, ¿no daría mas miedo quedarse con los mismos miedos? ¿no seria mas terrible finalizar algo sin comenzarlo? ¿no es peor quedarse congelado y morir de frio que tratar de caminar para buscar y generar calor que mantenga algo vivo? Piénsalo bien, el miedo puede matar todo, pero también puede ser el switch que accione tus pasos y hacerte correr, para salir vivo cuando algo malo te persigue, para encontrar tu propia salvación al llegar a un lugar que pueda ser mas seguro. Es solo cosa de perspectiva.

 ¿No crees que da mas miedo quedarse ahí sin moverte esperando que los fantasmas te alcancen y tus monstruos te devoren? ¿Qué es peor mantener la devastación que llevas dentro sin buscar un lugar donde pueda sanar? Muchos dicen que es mejor quedarse en sitio seguro hasta sanar, pero, ¿cuantos de nosotros realmente tenemos aire viciado alrededor que no nos deja respirar bien? ¿y si probásemos buscar un aire mas limpio, no respiraríamos mejor? El movimiento también ayuda a disipar el miedo, y recordemos, qué para caminar, el truco esta en dar el primer paso. 

Yo no lo niego, tengo miedo también, pero es ese inmenso miedo de no poder vivir, de no poder volver a soñar si no lo intento. Tengo miedo de perderme de aquello que la vida me pone delante de forma tan brillante, aunque pueda temer que ese brillo me ciegue, pues prefiero pensar que simplemente me puede llenar de luz. No se trata de valor, quizás solamente no se escribir aun el final de muchas cosas, y prefiero seguir viviéndolas para que el final se parezca mas al de mi propio cuento, a una brillante puesta de sol, en lugar de un simple fundido en negro. ¿Tú como prefieres llegar al final? ¿resguardado en una cueva sin haber visto el sol, para que no te queme?