lunes, 11 de marzo de 2013

La pérdida y el principio del movimiento.

Las pérdidas son definitivamente el obstáculo más difícil de superar para las personas, la perdida en sí misma es dolorosa y genera un vacío inmenso; el proceso posterior es grave, hasta que esta llega a asumirse paulatinamente, y al final, simplemente se supera.

Suena fácil, concentrar tanto en tan pocas palabras, los expertos recomiendan asumir el proceso en partes, aceptando poco a poco el tránsito por las diversas etapas de lo que hoy para muchos se identifica como un proceso de duelo: incredulidad, negación o confusión, aislamiento; regresión o negociación;  furia o enojo; culpa; desolación o depresión;  fecundidad y aceptación. Hay quien dice que son 4, 5, 6 o 7 pasos… al final, la cantidad de pasos teóricos que justifican cada teoría son lo de menos. Las palabras que describen cada etapa, por sí mismas representan dolor sólido, vacíos, traumatismos y en general daños que parecen irreparables.

Cada persona en función de su naturaleza, de sus aprendizajes personales, de las experiencias en su tránsito por la vida, está en mejores o peores condiciones para enfrentar esto; la fe en las creencias, la forma de educación que recibimos, o simplemente la capacidad de involucramiento previo con el objeto de la pérdida, puede reducir o incrementar las sensaciones, positivas y negativas;  todo esto, o cualquiera de estas cosas,  podría provocar que los pasos del duelo sean pasos acelerados, o que sean menos o más pasos los requeridos;  incluso, puede implicar que se transite varias veces por la misma fase, o que se tengan casi todas las fases a la vez.
Los corazones van tomando fuerza en función de miles de cosas. Nos vamos dando cuenta de su flexibilidad para recuperarse, de la capacidad de cicatrización de las heridas.  Pero detrás de todo esto debe haber un motivo claro.
Aquí es donde separo la información conocida, o que hasta ahora posiblemente has leído pensando que aquí va la misma cantaleta de siempre, que es cosa de fe, o de orgullo, que es dependiente de tener motivos para seguir adelante, o cosas por el estilo, cierto es, que todo eso ayudará, no hay por qué negarlo; pero no voy por ahí.
El motivo clave no está necesariamente en el después. El motivo clave es primeramente darse cuenta de que se ha perdido algo, es decir, que hay un final.

¿De que otra manera podríamos comenzar a generar un proceso de aceptación de la misma?, ¿en qué forma podemos iniciar un duelo si no se tiene la certeza de lo perdido? Y más aún, si en algunos casos podemos tener claro que hay una causa determinante del fin.
Pongamos por ejemplo la muerte de alguien. Miremos atrás en nuestras historias. Invariablemente hemos sido testigos de la muerte de alguien, tal vez no presenciales, pero testigos del hecho de alguien cercano. Cuando una persona muere no hay más que hacer, no tiene vuelta, hay dolor es cierto, y lo único que nos queda es precisamente aceptarlo y trabajar en ello; el factor aquí es que la pérdida es muy clara, las razones o las causas, por justas o injustas, también son muy claras. Algunas veces cuando una persona está muy enferma y muere, nuestra propia compasión se antepone al egoísmo interno y podemos soltar con menos dificultad el apego, en pos de celebrar que la persona no seguirá sufriendo o no seguirá mal viviendo; acelerando nuestros procesos de superación de la pérdida, por más irremplazable que sea esta persona. La muerte es, no pregunta, no permite duda.
¿Que sin embargo sucede cuando esta no es clara y se convierte en desaparición?, como por ejemplo, ¿los soldados perdidos en guerra?, o  acaso ¿la persona secuestrada o  extraviada que no vuelve más?, entonces la pérdida no se puede aceptar, en su caso, toma fuerza la esperanza de que quizás algún día dicha persona regrese, reaparezca. Situaciones como estas, donde no está claro que paso, donde se ve envuelta una posibilidad de que la muerte no sea real, generarán permanentemente un estado de alerta y la búsqueda de alternativas para lograr encontrar de nuevo a la persona… para al menos, encontrar certeza al respecto.
Certeza, eso es precisamente la llave, la certeza de que ha sucedido, la confrontación con lo innegable.
Mientras pueda negarse el hecho, mientras podamos intentar una explicación, la encontraremos, por más irracional o fantástica que esta sea. Y aquí es precisamente donde empieza el conflicto y la guerra con uno mismo y con el mundo,  para seguir sosteniendo esta ilusión de un regreso, donde se detiene el tiempo en la búsqueda de una solución y no permite el paso a un proceso de duelo.
Los seres humanos somos algo incrédulos, a menos que como Santo Tomás, podamos ver para creer, si el evento no es perfectamente visible, no solo a nuestros ojos, sino al espíritu, la mente y el corazón, no daremos por hecho lo que en realidad es un hecho, que algo llego a su final.
Cuando te dejan en una relación, cuando la decisión no fue tuya, este suele ser el problema principal  también, que no encuentras algo que justifique la perdida, por ello, no la aceptarás y buscaras mil remedios o simplemente tratarás de romperte la cabeza encontrando un por qué. Puedes echarte la culpa, puedes justificar la situación, puedes justificar e incluso desligar a tu pareja del hecho, pero sobre todo, seguramente tratarás de encontrar un camino de vuelta, porque los hechos que percibes, las razones que comprendes, no son suficientes. No puedes entonces comenzar tu duelo, dar por iniciado el proceso, pues la pérdida no está clara, no te das cuenta que fue lo que se rompió. Quizás si te engañan, te dañan o te lastiman previamente, o si tu lo haces, o si simplemente ya estabas tan cansado como sucede en una larga enfermedad que lleva a la muerte de alguien querido, entonces puedas encontrar una razón, a veces incluso así no logramos ver que eso fue simplemente lo que paso, que se acabo y no hay vuelta. Paulatinamente incluso olvidarás los malos episodios y en esa obsesión por componer las cosas intentarás todo para pegar los pedazos y no seguir adelante. Este camino es inmensamente tortuoso y absolutamente estéril, no ganarás nada, ni podrás resolverlo de fondo. Incluso si logras regresar vivirás seguramente con la duda, y eso no es vida.
Generalmente lo que necesitamos es una confrontación, mientras más terrible, más duro el hecho al que vas a enfrentarte, será más sencillo que puedas ver entonces el final del camino, hallar una razón. Siempre habrá la duda del porque, si la resuelves, será fácil. No con esto digo que tengas que buscar un apocalipsis para determinar el final, basta a veces mirarse en los ojos de ese alguien, ver que lo que había se ha marchado para siempre. Otras veces hay oportunidad de hablar y si te encuentras alguien sincero y valiente, podrás quizás saber que se rompió del otro lado, y tal vez hallar tu final. Si la persona al contrario, está llena de furia contigo, créeme, te aseguro que algo tan malo pasará que encontrarás el dato que estabas buscando, al menos la certeza de que esa persona no es lo que te conviene. En ocasiones será solamente el hecho de haber tenido una dificultad tan fuerte entre las dos partes que el final es lo único aceptable y deseable, o llega la gota que derrama el vaso y puedes ver que ya estas harto de eso y seguir adelante.

Tener la suerte de saber esto es algo rarísimo, Por mas señales que te de la vida de que es mejor como estás ahora, no será razón suficiente para dar el siguiente paso. Pues al final, en cualquier caso no hay olvido, la situación está, aun superada, hay recuerdos, y cuando estos son gratos, el peligro de seguir perdido es mayor.
Insisto, no se trata de ver lo mucho que has perdido, simplemente es saber que ya lo has perdido. Y para ello, desafortunadamente al ser tan humanos, tenemos que encontrar algo tan terrible que no te quiera dejar volver, no por orgullo, sino simplemente por puro instinto de supervivencia. Porque debe ser más grande el miedo y el dolor de volver a dónde estabas que seguir adelante; porque al final encontraste certeza de que no hay más allá.
No basta desgastar el tema contándoselo hasta a los arboles o al viento, o a quien te encuentres para desahogarte. No basta llorar a mares, no basta todo el sufrimiento. Si esa certeza no está, lo demás, está de más.
Quisiera decirte como hallar esta certeza, quisiera poder plasmar aquí la fórmula mágica para que puedas hacerlo fácilmente, pero no hay tales instrucciones infalibles. Solo puedo decirte algo que se: si puedes confrontarte a la persona objeto de tu todavía entendido amor, hazlo, cueste lo que cueste para hallar esa respuesta, te aseguro que el resultado será tan terrible que hallarás razones. Si no puedes hacerlo con la otra persona, tendrás que confrontar claramente tu historia para desmitificar a la persona. La mayor parte de las veces creemos que es posible reparar las cosas, porque suponemos que dicha persona sigue siendo lo mejor que te ha pasado; yo te pregunto, si la persona te dejó…. Lo es? Para mí no. Igualmente, pensamos que la persona que hoy te lastima, por más justificaciones que pueda tener o que le quieras poner, es buena persona, insisto en la pregunta… lo es? Para mí, tampoco lo es. No es que transformes el amor en odio, pero a veces requerimos un poco de ese semi odio para dejar atrás las cosas, aquel sentimiento parecido al odio que queda cuando pensamos que realmente no estábamos con alguien que valiera la pena, con una buena persona o con alguien que nos convenga. No digo que odies a la persona, a veces simplemente es odiar la situación que vivías que dio pauta a esto. Si te cayo de sorpresa porque te engañaron, pues tanto más, alguien que te hace esto cuando menos te lo esperas, es digno candidato de tus peores sentimientos, de que por lógica no quieras estar más ahí, pues tenlo por seguro, esto se repetirá.  Si simplemente se canso de ti y se fue, porque no cumpliste sus expectativas, mismas que no conocías, tantas más buenas razones, alguien que te quería te las hubiera hecho saber, date cuenta, no era el caso.  Si cometiste un error y no pudiste ser perdonado, que mas pruebas quieres para darte cuenta que no era amor lo que sentían por ti, que al final no valías lo que suponías, seguro aquí también puedes sentir ese reproche para ver el final.. en fin, puedo seguir escribe y escribe, los ejemplos y situaciones son muchos, pero el factor es que puedas ver con claridad que quien estaba junto a ti, no era y al final decidió salir de ti, sin consideración alguna, no puede ser catalogado como la persona que esperas…. Quien te ama, no te lastima. No puedes querer a alguien así, por más obsesión que tengas, o miedo de empezar de nuevo. Y eso créeme, es un principio.
Si eres tú quien se fue, ni falta hace decir nada, la decisión fue tuya, no creo que necesites hallar más razones.
En cualquier caso, el final es solamente el principio, no podemos comenzar ni el duelo sin tener esta certeza, busca la tuya, te lo aseguro: por más terrible que sea el dolor de tener la certeza, es el mejor principio que podrás encontrar para comenzar a vivir el resto de tu vida.